jueves, 1 de enero de 2009

Reencuentro

Lili Evans.

El gran amor de Severus Snape.

De pie, a un palmo de distancia de su rostro.

Imposible.

Lili permaneció mirando a Severus con una sonrisa apacible, mientras él se debatía por reencontrar su voz.

No se percató del momento en que la mano de Dumbledore se desentendía de la suya. Estaba absorto en los ojos de Lili Eans, tan verdes como recordaba. No, más aún. De pronto se percató que sus recuerdos, que todas sus memorias de Lili, eran erradas. Ninguna le hacía justicia a su belleza. Sus ojos almendrados de brillante verde esmeralda; su ondeante melena roja como el fuego; sus dientes brillantes como la luna; su piel, pálida a excepción de ese hermoso rubor en sus mejillas. Y algo más... estaba sonriendo.

Verla de pie ahí, era como si un ciego viera el sol por primera vez.

Su cerebro no funcionaba bien... Pero aun así logró hablar -¿balbucear?-:

-¿Lili?

(Dios santo, ¿qué no la estaba viendo? Caray, una neurona extra que lo ayude, por piedad. . Todos los hombres son iguales: taaaan elocuentes...)

Lili debía pensar igual. Y también debía ser treméndamente tolerante, porque amplió su sonrisa, asintió una vez, y lo abrazó.

¡Bendita la gravedad por impedir que Severus flotara! Y justo en el momento en que todo iba taaan bien... Tenía que hablar Dumbledore.

-Está empezando ya...

Se refería a la guerra.

Lili soltó a Severus muy despacio, volviéndose hacia el anciano profesor y asintiendo solemnemente una sola vez. El momento había llegado. La última gran batalla contra Lord Voldemort daba inicio de nuevo. Todo estaba listo.
Lili no soltó la mano de Severus mientras caminaba hacia el profesor, detrás de quien había una ventana.
-Dumbledore, -susurró ella. -Mi hijo está ahí abajo. ¿Tú creés que lo logre?
Severus miró el consternado rostro de Lili, y luego a Dumbledore.
-Temo, -dijo el anciano profesor, -que tendremos que esperar por verlo.